La Fundación Bosch, a propósito de la situación que ha surgido con el
presidente de Bolivia, Evo Morales, quiere poner al alcance de sus
lectores, un artículo escrito por el profesor Juan Bosch, en 1980, en la
Revista Política: Teoría y Acción. Este artículo aporta mucho a
la comprensión de la realidad del pueblo boliviano y su similutud con el
pueblo dominicano. A continuación reproducimos el citado texto.
Bolivia
es un país que trepa por los Andes y baja a las selvas de la gran hoya
amazónica, y la República Dominicana ocupa una porción de una isla en la
región del Caribe; los bolivianos son blancos e indios y los
dominicanos somos negros, unos pocos blancos y una mayoría de mestizos
de las dos razas.
Visto
desde afuera, o sea, normalmente, parecemos pueblos que no tienen nada
en común, salvo en la base de la lengua cuando se trata de bolivianos
que hablan el español –y lo hablan como si fueran castellanos–, porque
para los más de ellos sus idiomas son el quechua y el aymará y del
español conocen sólo las palabras que necesitan para comunicarse con la
minoría blanca y mestiza que tiene dominio económico y político del
país.
La
historia de Bolivia y de la República Dominicana parecen muy diferentes
y, sin embargo, dentro de ellas se mueven corrientes ocultas que las
igualan en muchos aspectos. Esas corrientes proceden de un hecho común:
los dos países entraron tarde, demasiado tarde, en la etapa del
capitalismo, si bien Bolivia lo hizo impulsada por un tipo de economía
que iba a dar nacimiento a una clase obrera de rasgos muy definidos
porque se trataba, y se trata, de que su columna vertebral está formada
por mineros, hombres que tienen que pasar cada día de ocho a diez y
hasta doce horas metidos en las entrañas de la tierra picando roca de la
cual saldrá el estaño, y antes salía la plata; llevando a cabo uno de
los trabajos más duros que se conocen en el mundo, recibiendo en los
bronquios y los pulmones el polvillo que suelta la roca golpeada y que
acabará matándolos antes de que lleguen a los sesenta años y expuestos a
los derrumbes que los destrozan como si fueran reses partidas en
pedazos por carniceros locos.
Los
dominicanos estuvieron oyendo durante algunos años las palabras
nacionalista revolucionario que aparecían a diario en discursos y
declaraciones de un líder político muy conocido, y esas palabras fueron
las que le dieron nombre, allá por el 1940, al partido más poderoso,
hablando en términos de cantidad, que había conocido la historia de
Bolivia: el MNR, siglas de Movimiento Nacionalista Revolucionario, tal
como PRD son en la República Dominicana las de Partido Revolucionario
Dominicano.
El MNR
había sido fundado por Víctor Paz Estensoro, Hernán Siles Suazo, Juan
Lechín y otros líderes en los años inicia¬les de la Segunda Guerra
Mundial –la de 1939-1945– y fue el brazo político del gobierno que
encabezó Gualberto Villarroel, mayor del Ejército a quien una multitud
enfurecida sacó a rastras del Palacio Quemado, sede de la presidencia de
la República, y le quitó la vida colgándolo de uno de los faroles que
adornan la pequeña plaza Murillo, que está frente al Palacio en el
centro de la capital del país. Eso sucedió en el año 1946, y en 1951,
Víctor Paz Estensoro, que había sido ministro de Economía del gobierno
de Villarroel, ganó unas elecciones cuyos resultados no aceptaron los
mandos militares. En lugar de Paz Estensoro, elegido por los votos,
quien tomó el poder fue el general Ballivián Rojas, y lo ejerció hasta
el 9 de abril de 1952, cuando lo sacó del Palacio Quemado un movimiento
revolucionario que en tres días de lucha en las calles de La Paz
destruyó materialmente al Ejército boliviano y puso el gobierno en manos
de Paz Estensoro.
Durante
los cuatro años de la presidencia de Paz Estensoro –1952-1956– el
vicepresidente de la República fue Hernán Siles Suazo, líder civil de la
revolución de abril y sucesor, como presidente, de Paz Estensoro
durante los cuatro años que cursaron de 1956 a 1960. Tras el gobierno de
Siles Suazo volvió a ser elegido presidente Víctor Paz Estensoro, que
fue derrocado por un golpe militar encabezado por el general René
Barrientos cuando quiso reelegirse en el año 1964. De paso diremos que
el vicepresidente de Barrientos fue un hermano paterno de siles Suazo,
Luis A. Siles Salinas, que ocupó el poder a la muerte de Barrientos, y
los dos son hijos de Hernando Siles, presidente que había sido de 1926 a
1930.
Hernán
Siles Suazo ganó las elecciones de este año, en la cual terció Víctor
Paz Estensoro, hecho que ha venido a ser una repetición de lo que había
sucedido el año pasado, cuando Siles Suazo ganó unas elecciones en las
que también había tomado parte Paz Estensoro. Pero la repetición
recordaba los sucesos de 1951, esto es, la elección de Paz Estensoro que
los militares de esa época –casi treinta años atrás– no quisieron
aceptar; sólo que la negativa militar a aceptar el resultado electoral
de 1951 provocó el levantamiento de 1952 y la de 1979 no tuvo esos
efectos; y ahora, en el momento en que se escribe este artículo –16 de
julio– algunos de los jefes militares se niegan a que se le entregue a
Siles Suazo la presidencia de la República alegando que su victoria de
este año no ha sido por más de la mitad de los votos.
En el
1952, cuando encabezó la revolución del 9 de abril, y en 1956-1960,
cuando fue presidente de su país, Hernán Siles Suazo era nacionalista
revolucionario y hoy es social-demócrata, evolución muy parecida a la
que han sufrido en la República Dominicana los líderes nacionalistas
revolucionarios del PRD. Sin embargo, debemos aclarar que Siles Suazo no
saltó de nacionalista revolucionario a social-demócrata apoyándose en
la derecha como han hecho los líderes dominicanos. En Bolivia, el que se
echó en brazos de la derecha extrema fue Víctor Region Sur Pa Jovenz
Estensoro; y lo que Siles Suazo no hizo y Paz Estensoro hizo e hicieron
los líderes del PRD nos indica que la etiqueta de nacionalista
revolucionario es sólo eso, una etiqueta que cualquiera puede ponerse y
quitarse cuando le venga bien, o para cambiarla por la de
social-demócrata o para lanzarse de cabeza a las aguas de la derecha.
En eso
tienen cierto parecido algunos políticos de nuestro país y algunos de
Bolivia; pero las semejanzas que vale la pena analizar son las de las
corrientes profundas de la historia que se mueven en aquel lejano país
de la América del Sur y en éste del Caribe. Esas semejanzas se aprecian
en conjunto y en detalle leyendo el artículo de René Zavaleta Mercado
que aparece en este número de Política: Teoría y Acción bajo el título
de “Un Análisis de la Revolución Boliviana de 1952”. Zavaleta Mercado
hace una radiografía del MNR tan precisa y clara que un lector
dominicano puede ver en ella los huesos y las entrañas del PRD, y lo
mismo hace con la clase obrera de su país, de la cual dice que en 1952
conquistó el poder, pero que acabó dejando su administración en manos de
la pequeña burguesía que formaba el MNR; y he aquí un párrafo que
merece ser copiado:
“La clase obrera estaba en el MNR en la misma medida en que no lograba desprenderse de una visión pequeño burguesa de la historia y eso tenía su causa en el hecho de que su impulso espontáneo no se había fusionado con el socialismo científico. Es un ejemplo típico de cómo la posición obrera, aun siendo ya activa en la política, puede ser ajena a la ideología obrera”.
“La clase obrera estaba en el MNR en la misma medida en que no lograba desprenderse de una visión pequeño burguesa de la historia y eso tenía su causa en el hecho de que su impulso espontáneo no se había fusionado con el socialismo científico. Es un ejemplo típico de cómo la posición obrera, aun siendo ya activa en la política, puede ser ajena a la ideología obrera”.
Y este otro:
“La burguesía tenía su propio poder impalpable y extenso. No tenía un ejército pero su hegemonía ideológica estaba intacta a través de la influencia del partido pequeño burgués”.
Ése artículo de Zavaleta Mercado debe leerse aplicando a la realidad social y política dominicana cada una de sus conclusiones.
[Política: Teoría y Acción, Año 1, No. 7, julio de 1980]
“La burguesía tenía su propio poder impalpable y extenso. No tenía un ejército pero su hegemonía ideológica estaba intacta a través de la influencia del partido pequeño burgués”.
Ése artículo de Zavaleta Mercado debe leerse aplicando a la realidad social y política dominicana cada una de sus conclusiones.
[Política: Teoría y Acción, Año 1, No. 7, julio de 1980]
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